Cuando a una chica le dicen “chau, linda”, “¡Me enamoré!”, “Señora, tan grande y juega con muñecas” (dirigido a la abuela que camina a su lado); “te amo”, etc. ¿qué sentimientos genera?
Y en cambio, cuando se le dice “Te chxxxx toda”; “mamita, qué txtxas”, “te pongo una naranja en el cxxx y te lo chxxx hasta que salga fanta”, etc. ¿qué sentimientos genera?
Dolina describió muy bien el impacto que los comentarios de los “conductores de camionetas” ejercían en las damas de Flores. Ellas sostenían que poco podía halagar una frase que más bien parecía tener la intención de insultarlas.
Los hombres deberían saber muy bien que los comentarios groseros se toleran bien en la cama, pero que para tener efectivamente a esa chica en la cama primero hay que aguzar un poco el ingenio o, al menos, ser amables y no ordinarios.
Los piropos ocurrentes, aunque vengan de la obra en construcción, impulsan sonrisas y hasta un irrefrenable impulso de decir “Gracias…”
Los otros hacen ojear los alrededores para ver si hay a mano un buen garrote para aplastar la cabeza del pajero que se fue de boca.