martes, octubre 31, 2006

Superficialidades

Conocí una vez a un muchachito que era tan canchero que enseguida me gustó. Era dee jay, y usaba el pelo decolorado, paradito con algún producto, muy producido, algo así como un metrosexual. Habíamos hablado un par de veces y no me tiraba mucha onda, parecía muy metido en sus cosas y vieron cómo es cuando alguien está por un camino paralelo y sin posibilidades de cruce.
Una vez llegué a la disco en la que él ponía música después de una fiesta suicida y con una borrachera que no veía más allá de un metro. Era de día y veníamos de caravana con un par de amigas y un amigo, no sé cómo llegamos en ese auto sanos. La fiesta estaba terminando, estábamos en el patio del boliche y cuando lo vi (casi a 50 centímetros) me tomó de la mano y me dijo “¿cómo estás hermosa?”
Me enamoré.
Y él de mí.
A la semana lo había invitado a cenar a mi casa. Yo había cocinado con curry una comida hindú, y le dije que descorchara el vino y lo sirva mientras tanto. Manipulaba yo con poca cancha la fuente del horno para sacar las batatas cuando miré hacia atrás:
Estaba terminando de servir el vino, en unos vasos enormes que yo tenía, ¡hasta el borde! ¡como si fuera cerveza!
No pude evitar comentárselo. Pero era tarde. Se me había caído un ídolo y nunca más pude levantarlo.

6 comentarios:

Santiago Mansilla dijo...

imperdonable.
el pelo paradito es más imperdonable aún.

Promqueen dijo...

nooooo

Terrorista Emocional dijo...

porque no escribiste mas? QUIERO MAS!!

Terrorista Emocional dijo...

Encima no aparece tu correo en ningun lado!!

LARITEN dijo...

No había visto tu comment. Muchas gracias por visitar mi blog. Voy a visitar el tuyo ya!

Violeta Lapislazuli dijo...

Ah, no, no, no. Eso no se hace! ¿Qué sería lo segundo? ¿Tomar sopa con tenedor?